El Síndrome de Peter Pan

Hace unos días me tocó ver en la tele una entrevista con Antoni Bolinches Sánchez, psicólogo español, autor del libro “Peter Pan puede crecer”. Me parecieron muy interesantes sus comentarios y me puse a investigar en internet sobre el tema, esto es lo que encontré:
Todavía hace 20 ó 30 años los roles del hombre y la mujer estaban bien definidos: el hombre era el indiscutido cabeza de familia, proveedor único y totalmente ajeno a las labores domésticas o de atención a los hijos; la mujer era quien se quedaba en casa, cuidando a los niños y creando un entorno agradable para “el rey de la casa”.
A partir de la revolución industrial y sobre todo en las últimas décadas, estos roles cambiaron drásticamente. Ahora hay igual número de mujeres encabezando legal o moralmente las familias y, en muchos casos, ellas son las principales proveedoras. Por consiguiente, el hombre actual está más involucrado con las labores del hogar y cuidado de los niños. Ya no hay una separación clara en las actividades y responsabilidades de cada quien.
Esto ha provocado un fenómeno muy curioso en una parte nuestra sociedad: la detección del Síndrome de Peter Pan, y por consiguiente, del Síndrome de Wendy.
Es el Síndrome de Peter Pan un conjunto de rasgos que tiene aquella persona (hombres, en su mayoría) que desea ser cuidada, que sus deseos sean satisfechos por alguien más… no se responsabiliza de sus emociones y siempre cree que otro es responsable de sus sinsabores y contrariedades. Peter está centrado en sí mismo, sus disgustos, su desaliento, su trabajo excesivo y tiende a la depresión… pide, recibe y critica.
Por otra parte Wendy representa un modelo de la mujer que, a falta de controlar su propia vida, controla la de su pareja en un papel maternal: justifica continuamente el mal comportamiento de Peter evitando a toda costa que se enfade. Tolera sus salidas con los amigos sin discutir y realiza por él todas las tareas aburridas o incómodas. Necesita sentirse imprescindible y tiene terror al rechazo o al abandono.
En ambos casos hay insatisfacción con su vida y una infelicidad crónica.
Yo creo que todos tenemos un poco de Peter Pan y de Wendy. Cuando estas conductas se convierten en patologías, es cuando hay que prender focos rojos de alarma y buscar ayuda. La vida es corta.

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