Nuestro Germany


Siempre fue un buenazo: soñador, iluso y un poco ingenuo. Le encanta hablar de sus proyectos y sus experiencias y, a pesar de que ha viajado por buena parte del mundo, sigue asombrándose y se maravilla con cada rareza o vivencia que considera fuera de lo común.
Fue el número siete entre los hermanos y sufrido receptor de la vocación carrillera de los mayores. Quedó hecho "sándwich" entre los mayores y los más chicos; no encajaba de lleno en ninguna de las dos categorías. Estudió su carrera en otra ciudad y eso le ayudó a forjar su personalidad.
Cuando doña Arminda se durmió para siempre, la familia en pleno se trasladó a Mexicali. Fue un cambio radical, venían de una casa muy grande, en donde siempre estaban las puertas abiertas, aun en la noche, donde siempre había gente circulando, en un entorno familiar, con miles de amigos; con mamá, papá, abuela, un piano, guitarras, música y carcajadas; en donde no faltaba comida caliente y en cantidades abundantes para todos, incluyendo familiares y amigos. En Mexicali, pasaron a vivir a una casa de fraccionamiento, donde había que usar la llave para abrir la puerta. Ya no había ni mamá, ni abuela y la comida había que prepararla. La salud de don Ray, se deterioró a pasos agigantados y, de repente el Germany pasó a ser el hermano mayor, con responsabilidades muy ajenas a lo que hasta ese día había sido su vida.
Su descontrol fue muy grande. Tenía trabajo formal por primera vez en su vida;  una familia de cuatro hermanos menores y un papá que también cargaba en esos momentos con la confusión y caos que le produjo ese cambio tan drástico en su vida. Los roles no estaban definidos, había que ir probando nuevas formas de funcionar como familia y gran parte de esa responsabilidad recaía en el Germany que, azorado pensaba que ya no le dolía lo duro sino lo tupido.
Con el paso de los meses fue estabilizándose y enfrentó la pérdida de don Ray, quien había sido la cabeza de la familia. Ahora le tocaba a él la responsabilidad de ese hogar y, aunque contaba con el apoyo irrestricto de sus hermanos mayores, todavía quedaban en casa cuatro hermanos solteros, la menor de ellos de tan sólo 17 años.
Fue por esas fechas que conoció a quien ha sido su compañera, su cómplice, su ángel, su cruz... Teresa,  la Güera; una mujer con gran personalidad que ha sido el complemento ideal en su vida. Es su esposa, mamá de sus tres hijos y su único, gran amor.
Ahora es todo un señor. Empresario exitoso, músico de corazón y padre y esposo amorosísimo. Vive en Ensenada, lejos de sus hermanos y saborea hasta el último minuto en las reuniones multitudinarias que organiza la familia dos o tres veces por año.
Es muy buen esposo, muy buen padre, muy buen hermano... puede sentirse satisfecho. Es un tipazo... es nuestro Germany.

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