Una gran herramienta

Cuando doña Arminda estaba a punto de quedarse dormida para siempre, aún inconsciente y sedada emitía quejidos suavecitos pero desgarradores para mi, porque sabía que el cáncer implacable la comía por dentro y le producía un dolor inmenso. Impotente, sólo podía apretarle la mano y llenársela de lágrimas y besos mientras sus suaves quejidos me destrozaban el alma. La última tarde, cuando su crisis era más intensa y yo me doblaba del dolor al verla, me di cuenta que sobre el buró de su cama de hospital, mi abuela había dejado un rosario. Sin pensarlo mucho, ciega con mi pena, lo tomé y de forma automática empecé a rezar. No tenía claro lo que hacía, sólo lo hice porque estaba ahí.

Más o menos al tercer Ave María, me di cuenta de que los quejidos habían cesado. Dejé el rosario sobre la cama y me acerqué a su cara, sólo para oír de nuevo su queja. Volví a rezar y los quejidos cesaron de nuevo... hice una prueba más y lo mismo. Obviamente seguí rezando, ahora si temblando de emoción y dándole gracias a Dios por esos minutos de descanso que le dio a doña Arminda al final de su camino.

No podía creerlo, mis oraciones, aun tan impensadas, habían sido tan poderosas como para darle un poco de calma a mi mamá en su sufrimiento. De ahí empecé a investigar y con sorpresa me entero de que hay estudios científicos que avalan este hecho: pacientes con el mismo mal fueron monitoreados, a unos les asignaron un grupo de oración y a otros no. Ni los pacientes ni los médicos sabian quiénes eran los beneficiarios de este experimento. Resultado: los pacientes por quienes oraron, presentaron tres veces más recuperacion que los del otro grupo. Hay informes bien documentados de esta prueba, realizada una y otra vez, con los mismos resultados.

Yo había oído hablar del poder de la Oración como había oído de los ovnis. Era algo que se decía, pero nunca me detuve a analizarlo. Ahora si. No puedo comprobar con hechos tangibles que se logre tanto con un "simple" Padre Nuestro, pero si existe la mas mínima posibilidad de que lo haga, bien vale la pena dedicarle unos minutos. El beneficio para esa persona tan amada puede ser inmenso y nuestro esfuerzo, mínimo. Es una gran herramienta y está ahí. Sólo nos falta usarla, sólo eso.

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