El Duque

Nos lo regalaron cuando era un cachorrito. Era una mezcla de collie con perro de la calle y sospecho que entre sus ancestros hubo algún cirquero, pues hacía frente al peligro sin prudencia alguna. Tenía que ser valeroso, para enfrentar a diez pares de brazos infantiles que se lo peleaban, lo estiraban y estrujaban hasta que salía destapado a buscar un refugio fuera del alcance de sus dueños.

Con su proverbial falta de sensatez, un día se puso a molestar a un burro que pacientemente mordisqueaba unas ramas. No sé si lo invitaba a jugar o si lo quería echar fuera de su territorio, pero le ladró y ladró hasta que el burro terminó por enfadarse y le soltó una coz tan certera que dejó al pobre duque con un tic en las patas traseras que lo hacia sacudirse, aún cuando dormía. Por ese tic se ganó el apodo de "perro bailarín", obsequio de don Ray, quien aseguraba entre carcajadas que "ese perro estaba loco".

Cuando la familia se mudó a otra ciudad, don Ray llenó un furgón del ferrocarril con muebles, colchones, trebejos y.... el duque, con tan mala suerte que en una parada que hizo el tren, salió corriendo el "perro loco", armando una tremolina de conductores, garroteros, y hasta vendedores ambulantes que andaban por ahi, seguidos de don Ray, que, de traje y corbata, todo asoleado, logró alcanzarlo y meterlo a duras penas de nuevo al vagón de ferrocarril, y llevarlo con bien a su nueva casa, donde lo esperaban impacientes sus cariñosos y muy enfadosos dueños.

Muchos años fue el duque parte muy importante de mi familia, a un lado de la puerta principal "bailando" sin descanso. Un día, cuando nosotros ya éramos adolescentes y él un perro anciano, desapareció sin dejar rastro. Se fue a morir donde no lo viéramos, tal vez supuso el gran dolor que éso nos causaría.... después de todo, no estaba tan loco nuestro Duque.

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