El inicio

Ella fue la mayor de siete hermanos. Nació en un poblado pequeñito, dedicado a la minería, en la sierra sonorense. Su papá, don David, era un hombre alegre, soñador y muy bueno para contar cuentos. Su mamá, doña María, al contrario de don David, era aterrizada, resongona y llena de amor. Los dos guapísimos, con mucho de eso que los cronistas del siglo pasado denominan "clase".

Viniendo de familias tan agraciadas físicamente, doña Arminda, "la Mindita" fue dueña de extraordinaria belleza. De carácter alegre, bromista, con una inteligencia muy arriba del promedio y una voz privilegiada, la Mindita fue el centro de adoración de sus tías, padres y hermanos. Amaba y se sabía amada, para ella era natural.

El nació en un pueblo de la costa de Sinaloa, cuya mayor actividad era el ferrocarril y, en menor grado, la pesca. Su padre, don Raymundo, un hombre alto, impresionante, descendiente directo del marqués de Rayas -personaje ligado a la independencia de México-, murió cuando su hijo contaba apenas con tres años de edad. Su mamá, doña María, una mujer fuerte, luchadora incansable, llevó su viudez con honda tristeza y tuvo que armarse de valor para sacar adelante a sus dos pequeños hijos.

Creció rodeado de abuelos y tíos, todos ocupados en sus propios asuntos y desarrolló una gran inseguridad que sólo fue vencida cuando a los 16 años empezó a trabajar en el ferrocarril y en pocos años, se llevó a vivir con el a su madre y hermana menor. Alto, guapo, con una personalidad arrolladora, provocaba suspiros entre las jovencitas. Cantaba fuerte, tocaba la guitarra y sus carcajadas sólo eran superadas por su gran corazón y enorme generosidad.

El destino quiso que el jovencísimo Raymundo fuera a trabajar unos meses al pueblo de la Mindita, quien era una niña; linda, pero sólo una niña. Enamoradizo como era, cortejaba a la Socorrito, prima de la Mindita, quien vivía a escasos metros de esta última. Nunca se dió cuenta del amor infantil que despertó en el corazón de aquella preciosa niña.

Cuando a la vuelta de unos años se supo en el pueblo que Raymundo regresaría a trabajar, con planta de telegrafísta en el ferrocarril, la Mindita, ahora una jovencita de belleza impresionante, decidió conquistar a quien había sido el amor de sus sueños. Dado que la casa en donde vivirían Raymundo y su familia podía verse desde su patio ya que estaba situada en una colina, río de por medio, la joven se dio a la tarea de montar guardia. Ella sabía que tarde o temprano, Raymundo haría el recorrido desde su casa, atravesando el puente, para llegar a la casa de la Socorrito...sólo que primero tendría que pasar por la suya.

No bien se instaló en su nueva morada, el joven, salió alegre rumbo al hogar de quien fuera su casi-novia. La Mindita no tuvo que hacer mucho: sólo le pidió a su hermanito David que tocara el piano, se puso un vestido azul que le sentaba de maravilla y se paró en la puerta de su casa, por donde necesariamente pasaría el despistado galán... Años después don Raymundo contaría que todo fue verla y caer fulminado con un amor que duraría para toda la vida.

Con el tiempo, ese amor que surgiera entre ellos, culminó en matrimonio...y fruto de ese mismo amor, nacimos once hijos. Ese es el inicio de nuestra historia.

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