Mis sueños

Hoy se cierra un ciclo. Hace diez años iniciamos -mis dos hijas y yo-, una empresa cuyo único capital estaba formado por los sueños, el entusiasmo y las ganas de trabajar de tres mujeres que,  muertas de miedo, se apiñaban en un cuarto de lavado, con un par de mesas largas y  cuatro sillas de plástico.

Fue un inicio de cero, literalmente. No teníamos ni siquiera claro el producto que trabajaríamos. No contábamos con herramientas que facilitaran nuestra definición de negocio y pienso que en esos momentos, sólo nos salvó nuestra gran necesidad de salir adelante y el sentido del humor que asomaba cada vez que las cosas se ponían difíciles; así, nació "el bipolar" -un cliente especialmente complicado-, la expresión "¿así me voy, así?",  o "ya le ije, señoda",  frases inolvidables, producto de el incipiente lenguaje de mi nieto de dos años, que era parte del personal, una parte muy refrescante por cierto.

A trompicones, la empresa sobrevivió y encontramos un nicho de actividad muy noble que nos permitió mantener un crecimiento sano y consistente. Como enviados del cielo entraron a reforzarnos mis hermanos, Javier, el Tono y la Chechy, con asesoría y algo de financiamiento, lo que detonó el despegue de nuestra compañía, que pasó de ser micro a pequeña y mediana empresa.

Hoy, después de diez años, tenemos presencia en nueve ciudades de Sonora y en los cuatro municipios de Baja California. Ya pintamos en el panorama económico y forjamos un patrimonio que queda en manos de la mayor de mis hijas, quien ha estado a la cabeza en los últimos años. Mi labor con ella aquí se termina.

Ahora, la que sigue: damos inicio a otra etapa de nuestra consolidación económica con la formación de una nueva empresa que trae las mejores perspectivas. Será un negocio que constituirá el patrimonio de mi hija menor y de su esposo. Su entusiasmo es contagioso y su trabajo muy productivo... por mi parte yo siento que casi termino mi tarea. Con el corazón lleno de amor hasta el tope, veo satisfecha que las dos vidas que el destino puso a mi cuidado, se encaminan firmemente hacia el éxito. Pido a Dios que también las llene de felicidad y, sobre todo, de AMOR, así con mayúsculas.

Espero, en unos pocos años más, retirarme por completo a la casa de mis sueños, con muchas plantas, mucha luz y mucha música; una buena pensión que me permita vivir con tranquilidad el resto de mis días y dedicarme a escribir, pintar, cocinar, a aprender a tocar la guitarra, a disfrutar de mis seres queridos....en fin un sueño ideal, pero muy alcanzable, espero. Todo es cuestión de que no pierda el rumbo... a mis sesenta años debo tratar de no perder el rumbo... no debiera ser tan difícil, ¿no?

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