¡Gracias!

Pasé  mi infancia en un colegio religioso -que se regía bajo las normas estrictas del inolvidable "Padre Nacho"- y el "dar gracias" era parte del ritual en la misa diaria: había que inclinar la cabeza, contar hasta 30 y luego levantarla con toda la seriedad que el caso requería. La verdad cruda y llana es que no sabíamos a ciencia cierta de qué estábamos hablando. Se trataba de un dogma de fe.

Recuerdo que los crudos inviernos de la ciudad en que crecimos, impedía jugar fuera de la casa, y aunque a don Ray le encantaba sacarnos a jugar en la nieve, doña Arminda debía ponerse estricta y evitar, hasta donde fuera posible los mocos crónicos en las caras de sus diez hijos. Nuestros juegos dentro de la casa tenían que referirse a nuestras vivencias, y así, era común encontrar a mis hermanitas vestidas con amplias crinolinas y sábanas blancas haciendo su "primera comunión". A mis hermanitos sólo les amarraba algo en el cuello a modo de corbata. Pero todos debían comportarse con la mayor seriedad.

Una ocasión, cuando en la casa se respiraba un ambiente casi santo pues mis pequeños hermanos acababan de recibir sendos pedazos de tortillas de harina de manos del sacerdote interpretado por la única generala que los podía mantener quietos -yo-,....les exigí en un susurro: ¡den gracias!. Esperaba, por supuesto que los  dos comulgantes elegidos en esa ocasión, cumplieran con el ritual: inclinar la cabeza, contar hasta 30.... etc.... el problema era que no los había aleccionado sobre ésto y sólo atinaron a verme con ojos muy abiertos. ¡Que den gracias!, les susurré nuevamente. Cuando escuché una tímida vocecita diciendo "gracias".... ¿y el ritual????.... el imponente sacerdote tardó horas en dejar de carcajearse, ante las miradas asombradas de los inocentes chiquitos.

Y es que si nos fijamos bien, el agradecer es un ritual: gracias a Usted.... gracias a Dios....muchas gracias a todos.... gracias, gracias.... Tenemos tantas cosas que agradecer a lo largo de nuestras vidas que ese "gracias" nos sale de lo más natural. Y eso es excelente, pero....

El problema surge cuando el corazón se nos llena de agradecimiento, de reconocimiento, de infinita gratitud ... nuestro cuerpo entero no logra dar cabida a ese sentimiento... se desborda, nos sale por los ojos. Entonces "gracias" nos queda corta. Buscamos otra palabra: ¿cómo les digo a estas personas amadísimas lo que siento?....¡tantísimas palabras en nuestro idioma y ni una sola que exprese ésto!... a lo mejor si lo grito... pero no estaría bien en una persona de mi edad... así es que me sigo quedando corta al decir sólo ¡gracias, GRACIAS, GRACIAS!!

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