Nuestro primer amor

Nos vimos por última vez allá a finales de los 60's, hace más de 40 años. Teníamos 14 años cuando nos conocimos y compartimos las intensas emociones de nuestro primer amor, nuestro primer beso. Juntos descubrimos el desasosiego producido por un roce de manos, una mirada, un gesto. El era el cómplice en las aventuras de mi hermano mayor y socio en sus primeros negocios -vendían huevos a domicilio, cargados en una bicicleta-.  Tocaban juntos la guitarra en el porche de mi casa y cantaba canciones que yo, por supuesto, asumía que eran para mi. Fue una relación totalmente romántica, soñadora y feliz, dentro de su blanca ingenuidad.

Con su sonrisa encantadora, tenía totalmente encandiladas a mis hermanitas; una de ellas, que por esas fechas contaba con 4 años de edad, regañaba a don Ray cuando no le avisaba que andaba por la casa quien ella consideraba su novio. Tenía largas pláticas con doña Arminda que se sentía dichosa de tener un interlocutor tan atento. Dueño de una inteligencia muy por encima del promedio absorbía y experimentaba lo que encontraba interesante en su entorno, sin dimensionar riesgos o consecuencias. Descubrió la música clásica y aprendió a tocar el piano con la misma pasión con que vivía todo; formó parte del coro de la Profesora Emiliana de Zubeldía, famosa por su intolerancia a la mediocridad.

Nuestras vidas tomaron rumbos diferentes y así, mientras yo me casaba y formaba una familia, el vivió la suya al tope, se fue del pais, estudió y alcanzó un doctorado. Se casó también y tiene un hijo adolescente. Vive en una cultura muy ajena a la suya y sueña con regresar a su tierra.

Este fin de año nos encontramos de nuevo: cuarenta años más viejos, con más kilos y más canas. Platicamos por horas como si nunca nos hubiéramos dejado de ver. Muy alto, guapo y con la misma sonrisa, aunque un poco insatisfecho con su vida, se pregunta con su tadicional vehemencia ¿esto es todo?... me quedé con ganas de decirle ¿quieres más?

Fue un gusto enorme el volverlo a ver. Con la madurez de los años, con la estabilidad de nuestros corazones ocupados actualmente por otros amores y con muchas vivencias acumuladas, recorrimos nuestros recuerdos entre bromas y añoranzas. Nos separamos nuevamente, ahora con un grato sabor de boca. Tal vez no nos volvamos a ver, pero estoy segura que siempre recordaremos con alegría aquel amor adolescente, nuestro primer amor.



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