Una experiencia inolvidable

Con inmejorable compañía inicié el viaje que hace tiempo venía planeando. Mi nieto y yo -ambos apasionados por la Historia-, salimos rumbo a Guanajuato con la ilusión de conocer la casa del Marqués de Rayas, ilustre antepasado nuestro y recorrer la Ruta de la Independencia, para que conociera en vivo los lugares que ha conocido sólo de nombre.

Con condescendencia escuchó las explicaciones que le di durante el vuelo de ida...estaba más interesado en lo que comeríamos en el aeropuerto de la cd. de México, mientras esperábamos nuestro vuelo a León. Pero a partir de que llegamos a Guanajuato, su carita se iluminó y empezaron las interminables preguntas. Desde el balcón de nuestro céntrico hotel, se veía la imponente estatua del Pípila: -"abuela, ¿cómo le hizo para cargar una loza tan pesada?"... "¿Vamos a conocer la Alhóndiga?"... "¿Por qué se llama alhóndiga?". Por fin logré que se durmiera... ¡y era sólo la primera noche...!

El día siguiente teníamos cita a las dos de la tarde con los directivos del Museo del Pueblo, ubicado en la que fuera la casa del Marqués de Rayas. Mi entrañable torturador me obligó a levantarme temprano y salimos a recorrer el centro histórico, la Universidad de Guanajuato, que está pegadita a la casa del Marqués, algunos templos, probamos las nieves y regresamos al hotel, a refrescarnos para estar listos para nuestra importante cita.

A las dos en punto llegamos al Museo, en donde nos estaban esperando. Nos atendieron con mucha deferencia e iniciamos el recorrido. La Casa es enorme, ocupa toda una manzana, casi toda la superficie está construida,  sólo cuenta con 6 patios interiores, la mayoría pequeños. Muchas áreas, que no están abiertas al público,  permanecen todavía con la decoración y los pisos originales. Nos estremecíamos de pensar que, en esos mismos espacios, acostumbraban a reunirse en tertulias don Miguel Hidalgo, Aldama, Allende, Abasolo y los Corregidores de Querétaro. Seguramente ahí mismo se planearon algunas acciones de la lucha de Independencia, ya que el Marqués fue mecenas importante de esa gesta heroica. Terminamos en el despacho de la Directora del Museo, donde nos platicó de los fantasmas de la Casa. Quedamos con la tarea de buscar su lápida.

El día siguiente lo ocupamos en hacer el tour por Dolores, San Miguel de Allende, Atotonilco, visitando museos y sitios  históricos. Mi compañero seguía preguntando y a veces, haciendo gestos de asombro, cuando algún guía se equivocaba con los datos.

Terminamos nuestro viaje recorriendo el Templo de San Diego en donde -según mi nieto investigó en internet-, se encuentra la lápida del Marqués. Yo ya me había dado por vencida cuando me dijo: "¡abuela, lo encontré!". Estaba debajo de unas bancas en la capilla lateral. Era una lápida más grande que el resto con una inscripción llena de ternura, admiración y amor de su viuda e hijos. Eso habla mucho de la personalidad generosa y humanitaria del Marqués. Por toda la ciudad de Guanajuato se encuentran huellas de sus obras: hospitales, hospicios, conventos, colegios y hasta la presa de La Olla, fue financiada en gran parte por su padre y por el.

Fue un viaje intenso. La visión de los hechos desde la inocencia de sus 12 años, habrá de permanecer en la memoria de mi nieto. Yo me quedo con  la emoción manifiesta en sus grandes ojos. Y muy agradecida además, por la oportunidad de compartir con el esta experiencia.

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